Los niños son capaces de utilizar un mínimo de palabras para comunicarse. Y lo que es más importante, saben intuitivamente que sólo aprenderán a hablar hablando. Al principio, hablan con frases sencillas y cortas, a veces sólo con frases, y aun así les entendemos.
Como repiten un número relativamente pequeño de palabras, pueden utilizar estas palabras y frases en muchas situaciones de forma natural.
Cómo desarrollan su vocabulario los niños pequeños
- Un bebé de seis meses sólo emite sonidos que aún no tienen mucho que ver con las palabras. Comprende actividades básicas, puede expresar acuerdo y desacuerdo, pero hasta que no cumple un año no habla y se limita a observar el mundo que le rodea.
- Cuando el bebé tiene un año, puede decir las primeras palabras, pero para los extraños es bastante difícil determinar su significado. Sus padres, sin embargo, entienden estas palabras sin problemas. Palabras como papá, comer, mamá. A veces el bebé dice palabras que se ha inventado y sus padres tienen que aprender a entender lo que significan.
- Cuando el niño tiene 18 meses, puede decir activamente entre 5 y 40 palabras. Lo interesante es que puede comunicarse con sus padres y hacerse entender cuando se trata de todas las necesidades esenciales que tiene a esta edad.
- A los dos años, un niño conoce entre 150 y 300 palabras y empieza a utilizar frases de dos o tres palabras. A esta edad, puede hacer valer su voluntad en muchos ámbitos.
- A los tres años, un niño conoce entre 900 y 1.000 palabras y hace preguntas cortas. Puede preguntar sobre el mundo que le rodea y averiguar detalles sobre él.
- A los cuatro años, el niño conoce unas 2.000 palabras y forma frases de cinco o más palabras. Para entonces, puede decirse que un niño puede comunicarse sobre casi cualquier cosa sin problemas. Puede entender cuentos e historias relativamente complejos. Sus habilidades comunicativas son casi completas en cuanto a estructuras gramaticales.
¿Por qué cuando éramos niños éramos capaces de comunicarnos con soltura con tan poco?
Escuchar nos hizo darnos cuenta de qué palabras eran estratégicamente importantes para nosotros, y las aprendimos primero. Aprendimos frases útiles (patrones lingüísticos) que podían utilizarse en muchas situaciones diferentes. Gracias a ellas, fuimos comprendiendo la gramática de la lengua y aprendimos a utilizarla de forma creativa.
Utilizamos el Principio de Pareto (o regla del 80/20) de forma natural. Este principio afirma que el 80% de las consecuencias proceden del 20% de las causas. En otras palabras, conocer sólo el 20% de las palabras adecuadas permitirá el 80% de toda la comunicación. Aunque cada idioma tiene más de 100.000 palabras, sólo necesitamos entre 1.000 y 2.000 palabras para abarcar el 80% del lenguaje (los distintos idiomas difieren entre sí en este aspecto).
La ventaja de este enfoque, en el que utilizamos un número reducido de palabras una y otra vez al principio, es una mayor capacidad para familiarizarse con las nuevas palabras y aprender a utilizarlas automáticamente. Esto aumenta la confianza en uno mismo. Por el contrario, demasiadas palabras que no se han automatizado provocan tropiezos en el idioma y un recuerdo más lento de las palabras.
Los niños hablan con frases sencillas y cortas. Esto supone una gran ventaja, ya que esta forma sencilla de hablar permite expresarse con mucha claridad y no requiere un complejo encadenamiento de palabras sueltas con una gramática avanzada.
Al principio, a los niños no les preocupa demasiado cometer errores. Saben que si se esfuerzan
lo suficiente, irán corrigiendo sus errores, igual que cuando aprendían a andar.
No es importante utilizar frases complejas y conocer miles de palabras desde el principio. En esa etapa, ¡sólo necesitas utilizar unos cientos de palabras para comunicarte bien! Por eso en Mooveez creamos todas las situaciones e historias de forma que sean útiles desde el primer momento y puedas utilizarlas inmediatamente. Componemos historias a partir de las palabras más útiles (y utilizadas). Al crear nuestras historias y situaciones, trabajamos continuamente con los diccionarios de frecuencias de ese idioma y, en primer lugar, utilizamos las palabras que se encuentran con más frecuencia en el idioma. Todo se enseña utilizando frases sencillas y cortas que se denominan patrones lingüísticos.
Si aprendes, por ejemplo, "quiero café con leche", puedes sustituir el café con leche por cualquier otra cosa y la fórmula que aprendas así te servirá en cien variaciones distintas, igual que sirve a los niños.
Todos somos capaces de aprender a hablar cualquier idioma. Lo hemos demostrado aprendiendo nuestro
lengua materna. Y podemos volver a despertar esta capacidad en nosotros.